El alcoholismo es una enfermedad crónica que afecta tanto a la salud física como a la mental, pero a menudo es visto a través de estigmas y prejuicios que dificultan la recuperación y el apoyo a quienes lo padecen. Uno de los prejuicios más comunes es la creencia de que el alcoholismo es simplemente una cuestión de falta de voluntad, cuando en realidad es un trastorno que involucra factores genéticos, ambientales y psicológicos. También existe la idea errónea de que solo ciertos grupos de personas pueden sufrir de alcoholismo, cuando en realidad puede afectar a cualquier persona sin distinción de edad, género o estatus social.
Estos prejuicios pueden generar aislamiento y dificultar que quienes sufren la enfermedad busquen ayuda. Combatirlos implica fomentar la comprensión, educar sobre el problema y promover un enfoque de apoyo en lugar de juicio.
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